martes, 8 de octubre de 2013

Diario de una acomplejada

Lo primero que escuché en la mañana fue el despertador de mi celular y tuve que levantarme. Tenía escuela y aunque no tuviera ganas de ir debía ir.
Me lavé los dientes y me metí a la regadera. Al salir me miré al espejo y no me gustaba nada lo que veía. Mi cabello no me gusta, a veces quisiera que se pareciera al cabello de esa niña en mi escuela que me cae tan mal por que se cree más que los demás y en realidad es una tonta.
Tal vez no está en mis genes ser tan delgada como mi hermana. No es que alucine, pero soy gordita y chaparrita y el ser así no es muy bueno en estos días, no tengo novio y nadie me invita a salir. Yo digo que soy fea, pero mi mamá dice que soy linda. Ella lo dice seguramente por que me quiere.
Mi mamá me metió a clases de baile pero la verdad ni para eso soy buena, soy en pocas palabras un tronco, tengo como que dos pies izquierdos. Una vez intente ir al gimnasio pero todas las chicas me miraban como pensando ¡que gorda esta esa! Y mejor ya no fui.
Abrí mi closet, pero no hallé nada que me gustara, ya necesito nueva ropa, por que nada me queda.
Los pantalones me quedan demasiado ajustados de la cintura y mi trasero, ¿Qué digo? ¿cuál trasero? Si ni siquiera tengo.
Las blusas me quedan mal de arriba, no puedo usar escotes por que no tengo nada de busto. Cuando tenga dinero me pagaré la cirugía de las bubíes y escogeré silicones del 36 D, o tal vez más grandes.
Finalmente encontré algo que disimulaba mis lonjitas y zapatos que me hicieran ver más alta y me fuí para la escuela.
Sentía que me caía de sueño en clases por que me había desvelado ya quería salir al receso para almorzar.
Al fin sonó el timbre y me reuní con mis amigas las únicas que me aceptan como soy y no me critican. Estábamos en la cafetería y pidieron de almorzar pero recordé que desde ese día estaría a dieta.
Cuando llegué a casa mi mamá había cocinado mi comida favorita pero decidí no comer de nuevo le dije que había comido en la escuela y que no me sentía con ganas de comer. Ella me creyó.
Así varios días me escabullí para no comer y sólo comía cosas ligeras, todo se sentía normal, aunque a veces un poco más cansada de lo normal.
En ocasiones, para que mi mama no sospechara nada ni se preocupara, comía, pero después vomitaba la comida, al fin para que la quería, si sólo me engordaba más.
Busqué en internet consejos, después de todo en Internet hayas lo que sea, y al parecer muchas niñas de mi edad hacen lo mismo y no les pasa nada malo.
Claro a algunas sí, pero a mí no me sucedería nada porque todo lo tenía bajo control. Me tomaba fotos y podía ver el cambio. Ya podría usar traje de baño por que estaba más delgada y lo estaría aún más…