miércoles, 7 de octubre de 2015

La EME babeada

Había una vez una pieza de rompecabezas, que nació en una familia de legos. Siempre se había preguntado porqué ella no era igual a sus hermanitos, sin embargo le gustaba ser pieza de rompecabezas porque era más delgada y podía comer sin engordar, y, ¿a quién no le gusta eso?.
Con los años se le fue pintando en el frente una figura que asemejaba dos montañas, eran montañas de color azul. Hasta que un día se dieron cuenta que lo que se le había pintado era en realidad la letra EME.
Ya de adulta tenía que buscar trabajo, así que decidió intentar en casas particulares de niños intelectuales que arman rompecabezas, quería pertenecer a un rompecabezas de mapamundi o tal vez a alguno de arte donde fuera parte de un hermoso mural. Sin embargo se le complicó mucho.
Un domingo mientras tomaba el café, la pieza de rompecabezas de letra EME leyó en el periódico un aviso donde anunciaban una vacante para un centro recreativo. Entonces EME se emocionó. Siempre había querido ser parte del mundo del entretenimiento.
La entrevista fue en realidad rápida y sin mucha información. Tan sólo le dijeron que conocería a piezas provenientes de diferentes juegos de mesa y eso la emocionaba. Así que aceptó sin dudar.
Pero EME tenía que lidiar con escuincles insoportables que la lanzaban junto con otras piezas d rompecabezas a través de los toboganes y a las caras de otros niños. Era víctima de infantes malvados que la usaban para todo menos para armar un rompecabezas. Lo más terrible que tuvo que vivir EME fue una vez que un bebé la tomó y se la echó en uno de sus bolsillos mientras gateaba a través de uno de los túneles para introducirla en su boca y saborear su piel de cartón. EME terminó llena de baba. Entonces decidió renunciar a su trabajo en el área de tobogán y alberca de pelotas, para ir en busca de sus sueños.