Yo soy una vaca, vivo en un corral, pero no siempre he vivido aquí, cuando era pequeña mi mamá siempre me dijo que yo era alguien importante, me dijo: tu cambiarás al mundo; y yo me ponía toda emocionada y felíz.
Los días eran todos iguales, me traían el agua y salía a veces a pastar con mis demás compañeras vacas.
En ocasiones cuando regresábamos de pastar ya no las volvía a ver. Dicen que se mueren, se sacrifican por los humanos, me comentaba Muu, pero yo creo que no era un sacrificio sino un asesinato.
Un día un chico nuevo entró a trabajar, era muy callado, nunca hablaba con sus demás compañeros y siempre tenía una cara larga. Nos cuidaba y a veces se ponía a cantar. Un día cuando se le cayó el agua del contenedor yo le dije: Mierda! (pues no me gusta mojarme las patas). A lo que el respondió: Disculpa, ¡pero no tienes que ser tan grosera!.
El muchacho me podía entender, y a todas las demás también. Por eso nunca hablaba con nadie de los humanos, porque el sólo hablaba el idioma de las vacas.
Un día el se acercó a mí y me dijo: Vaca, yo sé que tu eres especial, eres sagrada, pero las demás no lo saben. Tengo que sacarte de aquí antes de que te maten. Esto es lo que haremos...